sábado, 23 de agosto de 2008

VISTA DE AMANECER EN EL TRÓPICO. VIAJE A LA MEMORIA -V-

Es esta la ciudad en la que soy feliz, La ciudad con la que mi alma se identifica, la que reconozco como las líneas de mi mano. La ciudad cantada por Alejo Carpentier. El lado frío de la almohada. Lástima no tener aquí el libro de Belén Gopegui.
Es la ciudad en la que conocí a Dios y era una mulata cantando en un bar de la Plaza de Armas. Es la ciudad que habito y me habita. La isla de mis sueños. La isla de rojo coral.
Es un día de reposo. Daniel y Ángel se fueron a Viñales. Yo me quedé aquí con la excusa de que ya había ido. (Era cierto). Quería verte.
Me gustan las pinturas naif, y mi casa está llena de ellas. –Quiero ver tus cuadros, -te dije a modo de excusa cuando la llamé.
Me gustó la otra tarde. Me gustó su caminar sin `prisas, su conversación. Me gustó que no me hiciera creer que era el hombre de tu vida. (Aquí ya me ha pasado varias veces).
La esperé ansioso enfrente al Centro Cultural español. Me senté a esperarla. Y mientras lo hacía, escribí. (Y recordé, y mis miradas se cruzaron con mis miradas de antes).
Anoto rápido en el cuaderno estas ideas que no se me escapen: (la veo venir):
*Mi mirada cambió, para siempre, cuando llegué aquí. / *No sé, sin mi Habana, te hubiera conocido. No sé, si sin ella, me hubiera acercado a ti. Vine a La Habana convencido y volví enamorado. *Toqué con mis ojos las esquinas del paraíso. Y, entré en él. *Marta me dijo que aquel extraño no era yo –Tus ojos, te delatan. *Atravesó mis ojos y se me metió en el alma. (-Lo mismo me pasó contigo). Y entonces era diciembre.
Vas llegando a mi lado. Desde lejos me sonríes y te sonrío. (Mi miopía acecha, mi ojo derecho ciego también. Pero mi ojito izquierdo…)
Me besas y te beso. Pero más me dejo besar. (No traes carpeta alguna). Me das la mano, la entrelazas en la mía. Caminamos hacia la Plaza Vieja, no muy lejos de la catedral. Hace sol, a pesar de ser tan de mañana. -No es muy pronto para que me invites a una cerveza, verdad?

Tus palabras tienen alas. Me queman. Ridiculizan mis contradicciones y mi manera de pensar. Revitalizan mis presagios. Y ponen cimiento a mis esperanzas. Mis verdades, ninguna, se esfuman. A lado me siento vivo.
Fidel. Siempre Camilo. Fran País. –A tu lado me siento viva. Y aquí me llaman gusana.
Fidel. Siempre Camilo. Haydeé Santamaría. -A tu lado me siento libre. Y allí me llaman radical.
-Tengo frío. Y hacía un sol tropical. Yo me hago el loco. -¿Quieres otra cerveza?. Me levanto y saludo a Eusebio Leal. Con el rabillo del ojo sé qué me mira. (Conocí al historiador de La Habana en 1986. Fue en el pasillo de la universidad.)
Eres linda y yo me veo lindo. Mientras me hablas, me fijo en tus ojos, pero cuando llevas la cerveza a tus labios me rindo. Y sé que ahora soy yo el que te va a besar. (Quizás ya no sea la primera cerveza)
Siento como tus ojos me entran, como se apoderan de mí, como me invaden. La conversación se pierde por derroteros imposible que soy incapaz de recordar. Me hablas de venir a la vieja Europa. –Los impresionistas, Durero, París, Roma… ¡cuánto me gustaría viajar. Vamos de la mano. Me llevas por calles que no conozco. Pero sé que estoy en esta ciudad. Te recito un poema de Oliverio Girondo. Y sé que eres de esas mujeres que saben volar.
Tu casa es bonita. Sencilla. Pequeña. Dos mecedoras, una televisión inservible. Varios Cds. Cuadros. Fotos. Carpetas. Y una cama pequeña, acogedora, ordenada…
(Me regalas un cuadro pequeño, que miro ahora en Alcalá. Unas casas amarillas con balcones azules. El mar a lo lejos. Gentes detenidas, gentes que van. –Es Trinidad -me dices entre risas). (Yo te regalo mis recuerdos de esa ciudad).
Pasan las horas como un relámpago, como una tormenta. Subimos una montaña y luego otra y luego otra. El tiempo se ha detenido. El mundo no existe. Y una montaña más.
(Visitamos Soroa, los jardines de Babilonia, ascendemos al Machu-Pichu, cruzamos el desierto de Aracataca bajo el sol, las cataratas del Niágara, bajamos al Benito Moreno y nadamos desnudos en el río Perfume).
Según cuentan las leyendas alguna vez fue posible tanta felicidad. Me abrazas para detener el tiempo. Me quemas de tal modo, que me hecho a llorar. Cuando me das el último beso, sé que esta vez, no voy a resistir la tentación de quedarme. O de irme con el alma rota otra vez.
(Te veré mañana)
JESÚS ÁNGEL REMACHA -PLINIO-

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Jesús Ángel que tal?¿?¿ espero que bien beuno q sepas q m caes muy bn aunq seas mi profesor....


Y por lo que se ve soy La primera en firmarte esta foto y m alegro mucho....

Bueno q sepas q estas muy bn en esa foto de la habana si se escribe asi ajajaj

bueno muchos recuerdos de una de tus amigas "ERIKA"....

Anónimo dijo...

olaaaaaaaaaaaaaa