Sé que vendrás despacio hasta la Plaza en la que te desespero. Que te sentarás a mi lado, sin saber que ya me has encontrado y que entonces me inclinaré para mirarte y saber que eres tú él que esperaba.
Hoy he dejado que discurriera el tiempo caminando por las calles de La Habana, dejando que me abrasaran los ecos y las voces de esta ciudad tentadora y seductora que a ratos me deja morir de inanición.
Cuando llego al Malecón, me siento de cara al mar y miro hacia el horizonte. Me duele el paso de esta isla que me ahoga y de este Atlántico inmenso que impide que yo eche a andar y vaya a buscarte.
Aún no se si has empezado tu camino, si tus pasos te traen ya hacia mi. La capacidad de resistencia se me agota. Y mi alma necesita el bálsamo que se que van a traerme tus caricias. De vez en cuando entro en La acatedral o me resguardo bajo las sombras de una ceiba gigante, para pensar en ti y que hasta mí me llegue el eco de tus palabras.
He detenido mi viaje a Itaca y me siento perdida, como Ulises, abandonado por Penélope o como Ícaro precipitándose en el estrecho del Bósforo-. Por eso he hecho un conjuro con Garcilaso, para ofrecerte los labios de m alma y enamorarte. Aún no sé si llegan hasta ti los ecos de mi voz, si continúas tu viaje a Itaca o también has renunciado. Si has sabido percibir la evocación de Garcilaso o acaso estés todavía en Venecia. JESÚS ÁNGEL REMACHA. "De Estancias en La Habana"
Hoy he dejado que discurriera el tiempo caminando por las calles de La Habana, dejando que me abrasaran los ecos y las voces de esta ciudad tentadora y seductora que a ratos me deja morir de inanición.
Cuando llego al Malecón, me siento de cara al mar y miro hacia el horizonte. Me duele el paso de esta isla que me ahoga y de este Atlántico inmenso que impide que yo eche a andar y vaya a buscarte.
Aún no se si has empezado tu camino, si tus pasos te traen ya hacia mi. La capacidad de resistencia se me agota. Y mi alma necesita el bálsamo que se que van a traerme tus caricias. De vez en cuando entro en La acatedral o me resguardo bajo las sombras de una ceiba gigante, para pensar en ti y que hasta mí me llegue el eco de tus palabras.
He detenido mi viaje a Itaca y me siento perdida, como Ulises, abandonado por Penélope o como Ícaro precipitándose en el estrecho del Bósforo-. Por eso he hecho un conjuro con Garcilaso, para ofrecerte los labios de m alma y enamorarte. Aún no sé si llegan hasta ti los ecos de mi voz, si continúas tu viaje a Itaca o también has renunciado. Si has sabido percibir la evocación de Garcilaso o acaso estés todavía en Venecia. JESÚS ÁNGEL REMACHA. "De Estancias en La Habana"
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