sábado, 23 de agosto de 2008

VISTA DE AMANECER EN EL TROPICO. MI OJO IZQUIERDO -VII-

Las puertas de la catedral están abiertas, pero sus bancos están vacíos. Antes entraba la gente para resguardarse del sol. Otros huyeron de la catedral cuando vino Juan Pablo II.
Llevo cinco horas caminando y me he detenido, aquí, a descansar un rato. Una orquesta chica, un grupo toca salsa, tomo una Bucanero y dejo que el aire que desde hace dos días me rodea, me siga abrasando.
Hay muchos turistas despistados. En laa mesa de al lado, de la que nos sentamos tu y yo se ha sentado una pareja. Ella es negra bien negra y jovencísima. Lleva una camisa verde de tirantes, pantalones vaqueros y un pañuelo azul anudado a su pelo. Es muy bonita. Lleva muchos pendientes y colgantes. Y unas gafas de sol en el pecho.
Él es español o italiano. Da lo mismo. Blanco, gordo y calvo. Tan mayor que parece su padre. Pero no lo es. Ni esas son sus intenciones. Y esa sonrisa tan bobalicona.
Ella permanece en silencio y bebe su jugo de mango con avidez. Está nerviosa. El día se oscurece y la tarde se llena de turistas y mi ojo izquierdo, tan loco y estrávico, ve lo que no debe ver.
Joder: pensé que esto se había acabado. Que ya no existía. No soporto ni a pedófilos ni a pederastas. -¿Cómo puede alguien encamarse con su propia hija? Hubo un tiempo en el que me ofendí. Hubo un tiempo en el que me sentí ofendido.
Ellos, los vencedores, los caínes sempiternos, señalaban que el fracaso de Cuba es que había vuelto la prostitución. ¡Tanto Fidel para nada! ‘tanto Fidel para tanto!
Los que cuando la mano señala la luna, sólo se fijan en el dedo… y sin embargo:
*Es sólo el fracaso del rey que se acuesta con Delgadina, su hija;
*El del otro rey que se desentiende de Blancanieves,
*El que consiente que sus hijos se mueran de hambre – o los devora.-
Ya en la Biblia, en el Antiguo Testamento se cuenta alaa historia del rey David que consintió que su hijo mnón o Turquinio violara a su hermana Tamar.
Hace casi quince años, una muchacha se enamoró de mis gafas. (Sucedió en Santiago de Cuba). Eran pequeñas y redondas, como las del beatle aquel. -Si me las regalas, me acuesto contigo –propuso. Y anduve el resto del mes a tientas. (La verdad es que se las mandé desde España).
Ahora, cuando veo a este tipo y tengo ganas de vomitar.

Tampoco soporto la hipocresía. Occidente se rasga las vestiduras, porque alega que hay jineteras en Cuba. ¡Vaya nombrecito! pero se tapa la nariz ante el burdel en el que se ha convertido Europa, Ante las violaciones de los soldados de la ONU o los EE.UU allí dónde están, Ante la existencia de la cárcel de Guantánamo, Ante la muerte diaria por hambre de más de cuarenta mil niños…
No hay jineteras, hay mujeres humilladas, que tienen que taparse la nariz y alquilar su cuerpo.
Durante la hora que estuvo allí no habló ni una palabra. Ni un gesto. Se fumó un cigarro mirando a la catedral. Fui incapaz de dejar de mirarla. Lo hice con discreción. Pero subyugado por su tristeza. Pero ella, se dio cuenta. Y disimuladamente me miró alguna que otra vez.
(Y cuando aquel tipo selevantó y entró en bar), Ella se levantó y se acerco a mí. -Que escribes. –Me gustas, algo sobre ti
Quedé en enviárselo y es lo que hago ahora. El italiano regreso. Y ella se fue con él. Me tiró un beso fugaz con la mano. Y yo me quedé pensando en lo patéticos que resultan algunos tíos, que yo qué sé lo que se creen. JESÚS ÁNGEL REMACHA -PLINIO-

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