Un 18 de julio, los caínes sempiternos iniciaron el asalto contra la República. Otro 18 de julio, regreso de Cuba y me encuentro con que este país tan adelantado y moderno mantiene una forma de gobierno propia de la Edad Media. (En Cuba me hablaron tanto de la República española, que pensé...)
Regreso de un país fascinante y me encuentro con otro en el que hay un rey que jamás ha consentido crítica alguna contra el franquismo; con una derecha que aún sigue hablando del 11-M; con un país timorato que sólo sabe hablar de fútbol y del miedo a los extranjeros.
Paseo por la calle Princesa de Madrid llena de vítores al franquismo; la iglesia de las Bernardas o la catedral con la gloria de los asesinos; los portales de las casas con la memoria de Falange... ¡País tan divertido!
La ley de la Memoria histórica sigue siendo sólo papel si los poderes públicos no se atreven a llevarla a cabo.
Necesitamos ajustar cuentas con nuestra memoria. Un curita de Pedro Bernardo también lo ha hecho: ¡Estos rojos son el infierno!
Necesitamos ajustar cuentas con nuestra memoria. Un curita de Pedro Bernardo también lo ha hecho: ¡Estos rojos son el infierno!
No. Sólo queremos conocer nuestra historia. Poner en orden lo que nuestros padres no supieron, no pudieron llevar a cabo.
La memoria es un acto de liberación. Queremos saber el nombre de quienes murieron sus ideales republicanos y de Justicia Social. Tan sólo saber la verdad. Poner nombre a los desaparecidos.
JESÚS ÁNGEL REMACHA
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