... Comienzo a preparar un plato de guacamole: utilizo unos aguacates tiernos, que se deshacen con el tacto, unos huevos duros cocidos tres minutos, dos tomates cherry y unos granitos de comino. También disimulada una barrita de canela y un poco de chocolate bien machacado, que apenas se notan en la boca, pero que le dan un gusto espectacular.
En el frigorífico, hay un plato de ostras que comeremos junto a un sorbete de cava, que preparé esta mañana y que tiene que reposar unas horas.
Miro el horno la carne se va haciendo lentamente, como a mi gusta. la carne va adquiriendo un tono dorado intenso con un perfume a almendras y chile, embriagador. Riego la carne con un vaso de vinho verde. Espolvoreo la semilla de los chiles y dejo que el plato se termine de hacer.
Me lavo las manos.
Suena una balada de Nora Jones. Llaman a la puerta. Mi corazón se paraliza. Abro la puerta.
Ha venido.
Tomo su abrigo y lo cuelgo en el perchero. Le muestro la casa. La habitación
atestada de libros, las fotografías de tantos viajes. Mira una foto con curiosidad, -seguro que esta es... -me dice.
atestada de libros, las fotografías de tantos viajes. Mira una foto con curiosidad, -seguro que esta es... -me dice.
La sonrío.
La enseño el dormitorio con la mecedora que me regaló mi bisabuela y que le da un ambiente acogedor.
Vamos al salón: más libros, más fotos. -Aquí seguro que eres feliz –me dice. Yo asiento. Aún no me atrevo a responderle que mucho más si estuviera ella. La sirvo una copa de sorbete de cava antes de empezar a comer. Hablamos durante una hora. De vez en cuando me levanto a mirar cómo está la carne.
Cuando todo está a punto. Nos levantamos. Nos sentamos alrededor de una mesa preparada con mimo. La pido que se siente.
–Hoy soy tu anfitrión. Se siente halagada. Le abrazo por la espalda como me enseñó Lidia.
Llevo a la mesa el guacamole y las ostras y dos copas de sorbete de cava. Lo degusta suavemente en su boca. Mi corazón ya se ha tranquilizado. Come una ostra y otra. Me mira.
-¿Qué has puesto a este guacamole
–tiene un sabor extraño –jamás...
Sonrie sin dejar de mirarme.
Se levanta. Sé que va a besarme.
Y... Me besa.
JESÚS ÁNGEL REMACHA
JESÚS ÁNGEL REMACHA
Me besa.