viernes, 26 de septiembre de 2008

GENOVÉS. QUE VIVA LA ESCUELA PÚBLICA

Vuelvo a estar en la mejor clase del mundo. Y eso es algo que sólo facilita la Escuela Pública, el pilar por excelencia del Estado de Derecho, de la Democracia. Llevo treinta años de profe y cada día me apasiona más entrar en clase.
En esta clase nos sentamos en corro: nos miramos a a los ojos y al alma y compartimos, así, todo lo que sabemos o lo que queremos:

"Nadie es más que nadie" -decía Don Antonio Machado. Las risas fluyen, fluye la emoción y todos aprendemos de todos.

Somos un profe loco que lee cuentos cada día y recita poemas de memoria, una profe loca que cree que las emociones son importantes en clase, un niño chino que cuenta cuentos imposibles y una niña gitana que canta como los ángeles...
Otra niña gitana (-que no quiere serlo- ¿Quien diablos ha conseguido que se sienta así?) que se siente feliz de venir al insti; dos niñas rumanas que crecen a ojos vistas; otro muchacho rumano que memoriza poemas a la velocidad del rayo; un chico con síndrome de Asperger que, en una semana ha pasado del miedo a la fascinación...; otro marroquí que intenta no perderse aunque todo facilite su pérdida; una, dos y tres niñas con una sonrisa tan abierta que hacen palidecer al mundo y sin embargo...

Es una clase multicultural, diversa, llena de vida. Una clase como las que soñaron Freinet o Neill, en la que lo más importante es el respeto y el reflejo del otro dentro de nosotros. No sólo tenemos cabezas, también corazones.
Fomentamos el texto libre, el respeto al otro, la fraternidad. Una sonrisa vale más que un lexema. Un interrogante más que una respuesta. Una duda más que cualquier verdad.
-Este cuadro de Genovés es el espejo de todo lo que soñamos-
JESÚS ÁNGEL REMACHA

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