Hoy he vuelto a visitar esos rincones que he compartido contigo. No fue fácil decirte adiós. Aquel rincón del patio, el mismo rincon de todos los recreos, nuestra querida biblioteca, nuestras historias contadas en corro, nuestras bicicletas, nuestras manzanas y otras escaleras de las que solíamos hablar.
Seguro que te acuerdas de Cortázar.
Hoy he vuelto a visitar esos rincones en los que no habéis dejado de enseñarme. En los que no de dejado de aprender. de asombrarme. de enfadarme también, claro.
Pero hoy, ha sucedido algo.
Esta tarde, me encontré con mi hada madrina. -Te has equivocado -le he dicho al verla. Te has equivocado. Yo estaba comiendo una ensalada en el Retiro. Se ha sentado a mi lado sin decir nada... Y he dejado de comer. Nos hemos mirado con un silencio largó, y mientras nos mirábamos la he contado.
Hoy la he llamado por su nombre: Alexandra. . Y ella se ha emocionado al escucharlo.
-Por fin sabes como me llamo.
La he hablado de Paula, de Tania, de Cecilia, de Andrea, de Laura, De Oana...
incluso para conmoverla de Ibrahim.
La he hablado de María, de mos ojitos izquierdos, de Malena que es nombre de tango... De Juan... Pero todo ha sido inútil.
La he hablado de nuestro cuaderno de bitácora, de Solentiname, de nuestros criptogramas, de
Poe...
Poe...
-Plinio, Plinio no me chantajees. Ya sabes que tengo una debilidad muy especial por ti.
La abrazo. Me abraza. Nos abrazamos.
Y nos echamos a reír.
Y, entre los dos, recitamos a coro
aquella parábola de Don Antonio Machado:
"Todo el que aguarda, sabe que la victoria es suya"
Te quiero.
Volveremos a encontrarnos. JESÚS ÁNGEL REMACHA
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