sábado, 23 de agosto de 2008

VISTA DE AMANECER EN EL TRÓPICO. SE LLAMABA ANA. -VIII-

Me pediste que te contara la historia de Maite. Hoy, prefiero contarte la de Ana, la de Ana Isabel.
Ana (¡que le habré hecho a la vida para merecer semejante nombrecito!) fue alumna mía en el curso 1982. (Aún no había muerto mi padre)
Entonces era un joven delgado y rebelde (lo de la rebeldía aún me dura, en lo de la delgadez estoy). Trabajaba el texto libre de Freinet, tenía una imprenta en clase, un cuaderno viajero y nuestra aula estaba llena de carteles, canciones, fotografías, poemas…
Por supuesto, no teníamos ni libro de texto, ni exámenes y las notas las poníamos entre todos. Siempre, llegábamos a un acuerdo sobre lo que queríamos hablar o aprender. Por tanto, yo no siempre era el profe.
(Aún conservo aquel cuaderno, rojo por supuesto, en el que dejamos escritos nuestros sueños. (Nuestro diario, nuestras entrevistas y quereres,
Recuerdo, por ejemplo, como preparamos con mimo la campaña electoral de 1982, aquella en la que ganó el Partido Socialista. Como llenamos el cole de posters de todos los partidos, los mítines en clase, los candidatos reales viniendo a hablar con nosotros, nosotros haciendo de candidatos, la votación, las urnas… todo…
(En aquel entonces, yo vestía de blanco, tenía barba y era comunista) (Menos la barba…)
Fue una historia magnífica, el mejor de los años posibles. El curso en el que Ana se enamoró de mí.
Tuve problemas con su madre, recuerdo. Yo también estaba fascinado con aquella niña de ojos azules que me miraba con tanta atención.
En las fiestas de Navidad, vino guapísima, con su vestido largo, de color negro. -Bailas –me dijo. Toda la clase, (que ya sabía…) (toda la clase menos yo), estaba pendiente de lo que pasaba entre nosotros
-No puedo, intenté decirle. (¡Y mira que lo deseaba! ). Pero apenas iniciado la n, me abofeteó, una y dos veces en la cara.
-Eres imbécil
–me dijo, y no te enteras. (Nunca ha vuelto a pegarme ninguna otra mujer).
En aquellas navidades yo andaba leyendo un libro de Peter Hartling: Ben quiere a Anna. ¿Anna? ¡Vaya nombrecito! ¿Qué le habré hecho a la vida para merecer este nombre de mujer! Ben es un niño que enferma, cuando su amiga del alma, Anna, se va a vivir a otra ciudad de Alemania. Cree que las fiebres se las provocan la falta de su amiga, su amor.
En aquellas navidades, yo también enfermé y pasé la última gripe de mi vida. Ben se escapó de su casa para ver a Anna. Yo también necesité salir de Aranda y venir a Alcalá. Me imaginé que me encontraba con Ana. Y me la encontré.
Nada más bajar del autobús. En el balcón de su casa, Planta baja. Me sonrió feliz y a mí se me pasaron las fiebres. Pasó el tiempo, acabó el curso y dejamos de vernos.
Ella se marchó a un pueblo de Albacete y yo seguí en Alcalá. Durante años me llamó. Siempre a escondidas de sus padres. Siempre a las 12 de la noche. Nunca dejó que la llamara yo.
-Sigo enamorada de ti. Me quiero ir a vivir contigo.
-Pero Ana, eres menor de edad, no puede ser.


Me cambié de casa y de teléfono. Me hubiera gustado decírselo. Pero cómo… Ella lo hizo. Me sorprendió. Me emocionó. Me llamó muchas otras veces.
-Sigo enamorada de ti y ya no tengo trece años. ¿Es que no vas a hacer nada? Casi ni soy menor de edad. -Ana…
Sucedió un 3 de marzo de 1987. Yo estaba escribiendo, como ahora. (Me gusta escribir). Alguien llamó a la puerta: era Ana. ¿Te imaginas que sorpresa?
Venía también con un vestido negro. Con los limpios ojos azules de siempre. ¡Qué guapa estaba! El corazón me dio un vuelco.
Ana entró en casa.

¿Tienes aquella canción de Neruda? (Se refería a Tu risa de Los versos del capitán) -Me enamoraste con esa canción y con tu manía de hacernos escuchar Yolanda. (Ay, Pablito) Me reí. -Pero, Ana…

-Felicítame, es mi cumpleaños:
(Yo aún no sospechaba nada) -Felicidades Ana.
-¿No vas a regalarme nada? -Lo que tú quieras, Ana. -¿Me lo prometes? -Ye doy mi palabra. -Quiero acostarme contigo. Y no te gadas el loco. Me lo debes.
-Ana…
-Eres el mismo imbécil de siempre. Hoy cumplo dieciocho años. Ya no soy menor de edad y quiero acostarme contigo. ¿Qué excusa vas a ponerme esta vez?
.Ana, yo…

No me dejó acabar la frase. Literalmente, se tiró encima de mí. Me beso, me acarició, y perdido en sus brazos, en su cuerpo de ángel me dejé llevar. (Fue una tarde, una noche de luna llena, la tercer luna llena del año: la de la brujería.)
-Siempre supe que aprobaría esta asignatura contigo, profe. -Ana…
Ana desnuda. Durazno y magnolia se echó a reír.
Volví a ver a Ana muchas veces más. Volvimos a amarnos. Siempre llegaba por sorpresa a casa. Mi corazón siempre daba un vuelco al verla. Y ella si disimularlo se reía de mí.
Pasados varios años me encontré con Rosa.
-¿Sabes que Ana se ha casado –me dijo, con un hombre más mayor que ella?
-Se cansaría de mi pensé. De esperarme. Quizás decidiera que quería andar su camino.
A veces busco su nombre en alguna guía, en algún padrón, en algún sitio. En vano.
Necesito sabe que sigue viva. Me gustaría. No encuentro su rastro. (P- ero la ventana en la que hablé con ella, lleva meses abierta). JESÚS ÇANGEL REMACHA -PLINIO

5 comentarios:

Hermina dijo...

La herida se estaba curando y de repente vienes con esta historia y empieza de nuevo ha sangrar ... ¿por que?:(

Jesus Angel Remacha Elvira dijo...

NO SÉ SI LEERÁS ESTE COMENTARIO. PJALA.
LO ESCRINÍ EL AÑO PASADO EN LA HABANA, EN CUBA...
PERO SUCEDIO HACE 21 AÑOS.

RECUERDO A ANA. Y LA RECORDARÉ SIEMPRE.
SOY ESPECIALISTA EN CURAR HERIDAS.
NO TE DEJES VENCER.
sOY PLINIO.
SOY JESÚS ÁNGEL.

puedes contarme

Hermina dijo...

Hola plinio,leì el comentario.

Ya lo creo que eres un especialista en curar heridas.

Espero poder contarte, cuando tu tengas tiempo...

Jesus Angel Remacha Elvira dijo...

EL MISMO SOL,
LA MISMA LLUVIA.

CUANDO QUIERAS... DIME.

QUE VERGUENZA QUE HATAS LEÍDO ESTO...

Hermina dijo...

No te lo puedo contar en el blog,porque se enteraria todo el insti...y la verdad no me haria gracia...