
Siempre he estado hablándote aunque tú no pudieras oirme. Los últimos días de La Habana te hablaba por las calles en las que habíamos paseado juntos y por el camino del malecón y por todas partes. Me dolías en cada paso que daba, en la punta de los dedos, en el fondo del estómago. Me dueles todavía en los árboles morados de alguna plaza, en las mañanas heladas y hermosas, en la emoción que sentí cuando vi publicado mi relato del muchacho yoruba en el escaparate de una librería, en esos momentos de pura felicidad inútil, de alegría hecha trizas porque no me sirve de nada si no puedo compartiría contigo. En esas cosas me dueles, amor, en vivir, en respirar. SUSANA FORTES. (Querido Corto Maltés)
El texto que acabas de leer es una carta que escribe Anna a F en un libro que transcurre a caballo entre Lisboa y La Habana. Es una historia hermosa que habla del amor, de la pasión de escribir, de la aventura de vivir...
Sólo que te propongo que te fijes en este texto -el amor es una conquista cotidiana- y escribas una carta parecida. JESÚS ÁNGEL REMACHA
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