miércoles, 4 de junio de 2008

LIBROS PARA EL VERANO. VIAJE POR VIETNAM

Vienen y van los recuerdos, las imágenes entrelazadas, acunuladas en estos días de metáforas y pleonasmos. Una sinestesia se suma a otra anterior hasta formar una constelación cálida de olores, colores y sentimientos. Vietnam, la realidad y el viaje de cada día se confunden con la memoria antes del recuerdo de esta tierra irrepetible y la presencia de una cálida princesa con los colores del trigo y la lluvia en la frente que.

Después de Hue recalé en el Golfo de Tonkin, en las bahía de Halong. Dicen que un gigante horadó las aguas de esta histórica bahía, cuando venía ayudar a los vietnamitas en una de las numerosas veces que fueron invadidos. Si esto fuera así, tendría una explicación lógica la belleza fascinante de esta bahía. Este pueblo pequeÑito, titánico y luchador que ha sido invadido tantas veces que el gigante en sus continuas idas y venidas... sostengo.
El día que amaneció con tormenta, se abre con un sol espléndido que quema, azora, y abre una infinitud de sueños y temores. Mecido por el suave balanceo de la barca en la que viajo, para entrar dentro de mi y reconstruirte y buscarte. En medio de tanta paz, tu imagen controvertida y llena de aristas remanece limpia, cálida, como nueva.

Tu imagen se confunde entre la realidad y el deseo, mies tras sigo fascinado por la lujuria, la belleza exultante, la paz de estas aguas que conocieron el comienzo de la invasión y la derrota yanquis. De vez en cuando, abro los ojos y veo. Y como siempre, mi ojo izquierdo -no es ninguna casualidad- loco y estrávico ve lo que no debe ver.
Niños y niñas vendiendo corales, de sol a sol en unas barcas desvencijadas. Cientos de barcas y barquichuelas que surcan esta bahía habitada por familias que malviven. Es cuando mi ojo se rebela y protesta. Pero la bahía es tan hermosa, tan fascinante que no puedo evitar una sensación de armonía y de tranquilidad...
Cada rincón es una imagen de una sensualidad dificilmente superable. Una borachera de colores, de luz, de sorpresas, de quimeras... Durante algún tiempo hago fotos, como si fuera capaz de retener la realidad y guardas en mi cámara tanta belleza. Pronto me doy cuenta de que prefiero alimentar el recuerdo, para mas tarde escribirte.
Miro a los amigos con los que comparto este viaje por el país de Ho-Chi-Ming. A algunos no les reconozco, a pesar de tantos días juntos, de otros aprecio su quietud, su sosiego, su rostro deslumbrante.
S€obre todo me fijo en una dulce princesa, dorada como el sol y la lluvia que me recuerda y me sabe a ti. Su piel es suave y ardiente, sus labios como la fresa, el mango y el tamarindo, sabrosos como los tuyos. Su luz resalto aún más, la luz de este día.
Al poco la tarde que sabe a sueño y azahar, matiza de rosa el cielo. Las aguas se tornan verdes. Tu ya no estás y solo la luna y yo somos testigos de una ensoñación imposible, de una quimera hecha realidad solo con los ojos de la imaginación JESÚS ÁNGEL REMACHA
€(Viajé por Vietnam en el verano de 1996)

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